Se pasaba las noches entre fiestas y anfetas. Bailando en barras de bar, bebiendo alcohol.
Noches entre unos brazos desconocidos, o atrapada en un motel.
Siempre, con la puesta de sol, salía a beberse hasta la madrugada.
Rompía la pista con sus zapatos de tacón, y todo el mundo la reconocía por ser la chica de las medias de rejilla.
Aquello se resumía en una simple y amarga rutina.
Pero ella quería acción. Deseaba más.
Las noches eran muy cortas y en su canción el estribillo se repetía una y otra vez.
Así que ella dejó de dormir, y se anegó en un mar de tijeras oxidadas y voces solitarias.
Los días se estancaron en un profundo delirio que se llevó a Doña Razón al mundo de las malas artes.
Y… perdida en una maraña de turbación, se vio al precipicio del alucinamiento.
Siguió y cayó por el acantilado de la enajenación mental, sobre unas rocas acolchadas por la paranoia.
Entonces el estribillo cesó, y la canción terminó en una estrofa sin sentido que indicó un punto y final.
30.3.10
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2 comentarios:
nunca me contaste qe te habias hecho un blog, encima un blog malvado! aah pero qe mala qe sos u.u
está muy lindo (:
un beso
Ohh valla me ha encantado ajaja :)
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