Los vi de lejos, en medio de una tormenta de emociones contenidas, con varios años encima y arrastras con los recuerdos. Los ojos húmedos y los labios torcidos en una última y peligrosa curva de carretera; invertida. Los puños, bien, muy bien apretados, y las uñas, clavadas en la palma de la mano. Vuelta al principio, pero cambiados. Los que más y los que menos. Tintes de pelo, rubios, rojos y morenos. Los mismos, aúnque distintos. Gesto atento a viejas amistades, reunidas en un encuentro adverso.
Me acerco en silencio. Palabras mudas acompañadas de una mirada vacía. El lugar está muerto, como él, como el tiempo que nos ha distanciado. Y aún me parece mentira que se me escape una lágrima furtiva por la mejilla, hasta la barbilla. Y dejarla marchar, como a ella, como a las tardes de cine y a las noches de fiesta. Que no soy quien solía y ellos ya no son los que eran.
- Todavía no me creo que se hayan ido.
- Todos lo hemos hecho.
- ... pero no para siempre.